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Plataforma: PC | PS5 | PS4 | Xbox Series |
Género: RPG | Acción | Sandbox |
Desarrollador: Bethesda Game Studios | Virtuos |
Editor: Bethesda Game Studios |
Fecha de lanzamiento: 22 de Abril de 2025 |
Precio: Steam USD 34.99 | PS5 USD 49.99 | Xbox $ 36999 |
Idioma: Textos en Inglés y Español |
Volver a Cyrodiil es como abrir un viejo álbum de fotos y descubrir que los recuerdos, aunque algo borrosos con el tiempo, siguen intactos. The Elder Scrolls IV: Oblivion Remastered es eso: una puerta abierta a un mundo que muchos jugadores llevan guardado en el corazón desde hace casi dos décadas. El trabajo que realizó Virtuos con esta remasterización es, ante todo, un homenaje. No intenta reimaginar, sino reconstruir con mayor fidelidad aquello que en su momento deslumbró a millones. El resultado es una experiencia que combina nostalgia pura con un nuevo barniz visual.
El rediseño visual de Cyrodiil es, sin lugar a dudas, uno de los puntos más altos de esta edición. La región se ve como siempre quisimos que se viera, con una riqueza de detalle que el juego original no podía ofrecer. El trabajo con la iluminación, la vegetación, los materiales y la distancia de dibujado transforma la experiencia. Las ciudades están reconstruidas con una belleza que roza lo pictórico, respetando sus estilos arquitectónicos diversos: desde el frío y nórdico Bruma hasta el refinamiento de Skingrad, pasando por el esplendor gótico de la Ciudad Imperial. Todo tiene un aire conocido pero más cálido, más lleno de matices. Sin embargo, esta fidelidad también deja en evidencia algunas limitaciones de diseño de la época. Las ciudades, aunque hermosas, se sienten vacías para los estándares actuales. Hay pocos NPCs caminando, y aunque sus rutinas siguen funcionando, no aportan la sensación de vida que uno esperaría de un RPG moderno.
No se trata de un remake total, sino de una remasterización visual con algunos ajustes puntuales. Virtuos eligió no reescribir el código del juego, ni rediseñar sus sistemas. El combate sigue siendo un poco tosco, aunque más reactivo que antes, gracias a animaciones más pulidas, bloqueos mejor implementados y pequeñas mejoras como la esquiva o la inclusión de una opción para correr. La exploración también se beneficia de estos cambios sutiles. Aunque no hay rediseños en las misiones, sigue siendo increíble cómo el juego consigue enganchar con su estructura abierta, donde una simple caminata puede derivar en una mazmorra, una historia oculta o una serie de misiones encadenadas. Es esa sensación de descubrimiento constante la que hace que, sin darte cuenta, hayas jugado cien horas sin haber avanzado demasiado en la historia principal.
Las misiones de Oblivion siguen destacándose, no siempre por su complejidad narrativa, sino por su creatividad. Es un juego que no temía sorprender, incluso si eso significaba salirse del molde tradicional. También es destacable cómo se integraron las expansiones Shivering Isles y Caballeros de los Nueve, que añaden contenido de gran calidad. En especial, Shivering Isles logra un quiebre tonal fascinante.
Donde Oblivion Remastered tropieza es en su rendimiento técnico. Sorprende que un juego cuya base tiene casi 20 años sea tan exigente para las máquinas actuales. Con una placa de video como una RTX 3080, es necesario ajustar las opciones gráficas hacia abajo para lograr una experiencia fluida. Los tirones en mundo abierto, los bajones de framerate y los problemas de carga siguen presentes. Y eso sin mencionar que el motor del juego aún carga zonas enteras cada vez que se abre una puerta, algo que ya en 2006 resultaba molesto. Hoy, en 2025, se siente directamente anticuado. Aunque no se esperaba una reconstrucción total del sistema de carga, se podría haber mejorado su velocidad. El problema no es menor: esas pausas constantes rompen la inmersión y hacen que la experiencia se sienta más arcaica de lo que debería.
A nivel artístico, sin embargo, hay pocos peros que ponerle. Los rostros han sido retocados para tener proporciones más naturales, y las razas exóticas como los khajiitas o argonianos tienen una apariencia mucho más coherente. La paleta de colores también ha sido ajustada para acercarse más al realismo, eliminando el exagerado efecto bloom del juego original, que en su momento cubría todo de una neblina brillante.
La interfaz también recibió su debida atención. El clásico menú, si bien conserva su diseño general por motivos nostálgicos, es ahora más limpio y moderno, aunque sigue sin ser ideal para gestionar grandes inventarios. Es una de esas decisiones que se entienden desde lo emocional, pero que pueden resultar molestas durante sesiones largas de juego.
En definitiva, Oblivion Remastered es un regalo para los que vivieron su magia en el pasado, una versión visualmente cuidada de un clásico que no necesitaba justificarse. Virtuos ha conseguido actualizar su presentación sin traicionar su esencia, pero también ha dejado al descubierto muchas de sus limitaciones. Es un juego que puede enamorar nuevamente si se acepta por lo que es: un producto de su tiempo, mejorado, pero no reinventado.