Hay empresas con las que uno se siente bien al ver un producto o servicio ofrecido, sin esperar demasiado de parte del mismo. Son esas que nos han dado quizás ni lo mejor ni lo peor que hemos probado, pero seguro nos ofrecieron algo en el momento exacto en que lo necesitamos. En mi caso no soy de esas personas que generan un vínculo con una de estas empresas, porque nunca fui seguidor acérrimo de “algo”. Pero sin embargo sé reconocerlas cuando las veo, y allí es donde entra Devolver Digital: una empresa que con gracia, chistes a veces subidos de tono y versatilidad supo cautivarme con cada título o showcase que tiene. Y esa es la historia con la cual captaron mi atención una vez más para llevar a cabo mi aventura en Death’s Door.
El 2021 será recordado no solo por ser un 2020+1 gracias a la pandemia de COVID19, sino también por tener tantos plataformeros 3D excelentes. Desde It Takes Two, el más reciente Psychonauts 2 y por ahí en medio Ratchet & Clank, uno tras otro demuestran que la industria no está plagada únicamente de disparos y deportes. A esta lista se suma el título del cuervito que recoge almas como trabajo, y que me mantuvo firme durante 3 días hasta altas horas de la madrugada.
Death’s Door es un título realizado por Acid Nerve, un estudio británico compuesto por dos personas únicamente. La historia relata los pasos de nuestro cuervo protagonista, encargado de llevar almas al más allá para “pagar” su pasaje al otro mundo, cuando al enfrentarse a un encargo, esta alma es robada por otro cuervo más anciano. ¿El problema? Cuando uno de ellos no entrega el alma que se le asignó, quedará vagando eternamente en ese plano hasta que cumpla su misión.
El título parecía a primera vista y en cada trailer uno de los famosos “Souls-like”: difíciles, agotadores en las manos de un inexperto y castigadores. Sin embargo, al tener el control en la mano y disfrutar la aventura, noté fácilmente que todo prejuicio que tenía se derrumbaba ante mis ojos. Death’s Door no es un Souls, es mucho más que eso.
Con una duración específica de 13 horas con 27 minutos, logré completar el 100% del juego, lo que implica todos los coleccionables y habilidades mejoradas en cada una de las puertas que habilitamos durante el juego, y que representan los checkpoints de las misiones. Tendremos varias áreas para explorar conectadas entre sí, y así mismo cada una de ellas con la oficina central de los cuervitos. Cada área tendrá características relativas al jefe a derrotar en dicha zona, los cuáles son tres (en principio…).
Sobre las habilidades, obtendremos cuatro durante el transcurso de nuestra historia, y se presentarán a medida que avancemos previo a vencer a los jefes. Como buen aventurero, habrá locaciones en las que deberemos regresar al poseer cierta habilidad y así desbloquear rutas alternativas, secretos o tesoros. Estas habilidades no tienen que ver con las estadísticas que podremos mejorar en la base central (canjeando puntos de almas obtenidas al vencer enemigos), y que poca relevancia tienen al estilo de combate.
Si bien las características RPG y de evolución del personaje son prácticamente nulas, el combate es fascinante. Frenético, al estilo Hades, rápido e imparcial. La dificultad se mantiene bastante medida sobre un mismo eje y recién crece abruptamente al final, con el último de los jefes. Realmente no es “difícil” en términos estrictos, pero se vuelve bastante milimétrico vencerlo, y para personas ansiosas como yo, la paciencia no es una virtud.
Contaremos con algunas armas que se pueden desbloquear obteniéndose a medida que jugamos, y que tampoco repercute de forma drástica en nuestro estilo de juego: unas dagas o un martillo, por ejemplo. Cabe destacar que la selección de armas, habilidades y destrezas (las canjeables por puntos), son acotadas, lo que da un toque más de simplismo al juego. Simplismo del bueno, no del malo. Si le sumamos a las armas y habilidades, la posibilidad de esquivar velozmente, entenderán más la referencia a Hades del párrafo anterior.
En materia técnica, dudo fervientemente que Acid Nerve haya buscado representar visualmente un realismo pleno en su obra, por lo que no esperen un apartado gráfico del más allá. Sin embargo, es la paleta de colores y la banda sonora, la que hacen esta combinación de técnicas que permite convertir un juego isométrico en una experiencia sagaz, fácil de aceptar tal como es. Además, la historia complementa bien no por su narrativa (o su voice acting nulo), sino por los pequeños diálogos que la componen, divertidos y con doble sentido.
Sin lugar a dudas, Death’s Door es un título atrapante, con desafíos a la vista, que prioriza la experiencia y el combate a características técnicas exuberantes o una trama demasiado intrínseca. No hay excusas para no jugarlo, y menos con su precio bajo en las tiendas disponibles.