“Absolutamente, creo que es un problema de percepción”, dijo Harvey Eagle a CVG. “Si pones juegos third-party uno al lado del otro funcionando a diferentes resoluciones y tasa de imágenes, a menos que estés utilizando una pantalla con más de 60 pulgadas te desafío a que realmente veas la diferencia. Personalmente a mi me cuesta mucho verla”.
A pesar de ello Eagle cree que el equipo de Xbox One tiene que superar este reto, ya que entiende que esta publicidad negativa se ha convertido en un problema para la consola. Una de las esperanzas de la compañía está en la liberación de potencia que se ha ganado dejando de lado a Kinect.
“Sin duda es importante. Si eso conduce a la percepción de que una máquina es más potente que otra, entonces es importante, y estamos tratando que los desarrolladores puedan traer juegos a Xbox One en la más alta resolución y velocidad de imágenes posible”.
“Hay un poco de potencia de la GPU asignada a Kinect que ahora hemos liberado para los desarrolladores por si quieren mejorar sus juegos. Sin embargo, quiero señalar que es absolutamente responsabilidad del desarrollador cómo usar esa potencia extra”, dijo Harvey Eagle.
El último título testimonio de las diferencias entre PS4 y Xbox One a sido Sniper Elite III. Pero para ver de que son capaces los desarrolladores con la potencia extra que les ha brindado la ausencia de Kinect deberemos esperar a títulos como Diablo III: Reaper of Souls – Ultimate Evil Edition, Destiny o Sunset Overdrive.