Hubo una época en la cual el rol japonés dominaba a placer el mundo de los videojuegos. Las épocas de 16 y 32 bits fueron etapas donde muchas de las mejores obras pertenecían a este género. El sistema de combate por turnos era algo que estaba en pleno auge y cada juego nuevo buscaba darle un toque de innovación que, a la vez, le diera identidad al título. Así, pues, los Final Fantasy del I al X presentaban variaciones en el mencionado combate con respecto a la anterior entrega, pero al mismo tiempo mantenían un alto nivel de calidad en cada nueva aventura. En aquellos dorados tiempos, las reinas eran, entre otras, Square Soft y Enix, por ciertas vueltas de la vida ambas empresas hicieron una especie de fusión que dio como resultado Square Enix. A partir de este momento, para muchos de los fans, el rumbo de varias de las mejores franquicias del JRPG, o quizá el género mismo, sufrió un estancamiento. Claro, salía algún que otro título espectacular, pero en términos generales ya el rol japonés había perdido fuerza y el combate por turnos se apagaba cada vez más. Quizás esta tendencia llevó a Square Enix a hacer muchos experimentos con una de sus más exitosas franquicias. Me refiero, por supuesto, a Final Fantasy. Uno de estos experimentos, Final Fantasy: The Four Heroes of Light, sería la piedra angular para un proyecto que buscaría devolver al JRPG por turnos a lo más alto. Dicho proyecto llegaría al mercado con el título de Bravely Default. Un valioso intento de la compañía nipona por llevarnos a las épocas donde Final Fantasy, el JRPG y el sistema de combate por turnos dominaban el mercado.
Nueva aventura, viejos recuerdos
El título desde el minuto uno se encarga de transmitirnos la sensación de “Esto es tan Final Fantasy”, pero no solo se vale de la nostalgia para conquistarnos. Es un juego que tiene una muy alta calidad. Solo basta con echar un vistazo a la premisa inicial, hay que reparar los cristales que están corrompidos por la obscuridad, para sentirnos en el pasado y recordar las aventuras vividas en los grandes Final Fantasy. Se nos cuenta la historia de Tiz, un chico que luego de sufrir una tragedia se queda solo en el mundo, sin familia, sin amigos y sin hogar; Ágnes, quien es la vestal del viento y la única que puede llevar acabo el ritual para purificar los cristales; Ringabel, básicamente es un tipo con amnesia que lleva consigo un diario que tiene escrito “el futuro” y finalmente Edea, la hija del mariscal de Eternia y que busca ser el personaje femenino fuerte y dominante. Por azares del destino, nuestros cuatro héroes cruzan sus caminos y deciden emprender juntos la aventura para purificar los cristales y salvar al mundo de ser destruido por la obscuridad. A lo largo de la travesía deberán recorrer el mundo, visitar distintos lugares y conocer nuevos personajes. La historia es bastante sencilla, quizás hasta predecible, además de que el juego desde la pantalla de título se dedica a spoilearse a sí mismo. Es una historia que, tal como hace años, sólo sirve de excusa para emprender la aventura. Los personajes, aunque con cierto grado de carisma, son un poco planos y apenas presentan evolución. Son el típico estereotipo del género. No se profundiza demasiado en la relación entre ellos. Ocasionalmente nos topamos con conversaciones entre ellos que no forman parte de la historia, pero tienen el objetivo de darnos a conocer más sobre nuestros héroes, lamentablemente en eso se queda, en un intento, porque no consigue desarrollar a fondo las historias de los personajes o la relación entre ellos.
Más allá de la historia principal
Agregado a la historia principal nos encontramos misiones secundarias con tramas aún más sencillas, pero con una valiosa recompensa. Como buen JRPG, los trabajos se hacen presentes, cada uno potencia las estadísticas del personaje y le brinda mayor compatibilidad con ciertas armas, armaduras y objetos que a su vez sirven como potenciadores de las estadísticas. Es aquí donde las misiones secundarias se vuelven relevantes, si bien es cierto que algunos de los asteriscos que desbloquean los trabajos los podremos encontrar a lo largo de la aventura principal, la gran mayoría se obtienen realizando misiones secundarias. Cada trabajo, además de los cambios en las estadísticas, nos brinda una serie de habilidades tanto pasivas como activas; las activas son las que podemos utilizar dentro del combate, por ejemplo la capacidad de usar magia negra nivel tres, mientras que las pasivas tienen varias funciones, desde brindar inmunidad a algún tipo de ataque o de estado alterado hasta cosas como modificar y mejorar alguna estadística en concreto. Cada vez que subimos el nivel del trabajo se nos van desbloqueando más habilidades y nuestro personaje cuenta con una serie de ranuras para poderle asignar dichas habilidades. Esto nos permite realizar combinaciones tanto en las habilidades activas como habilidades pasivas. En el caso de las habilidades activas, solo contamos con dos ranuras, pero esto nos da la posibilidad de tener, por ejemplo, un esgrimago que sepa usar magia blanca. Por su parte, para las habilidades pasivas al inicio contamos con una ranura, pero conforme vayamos subiendo de nivel podemos desbloquear hasta cinco, y la posibilidad de combinar entre las distintas habilidades obtenidas de cada trabajo, por supuesto en función de cuantos espacios tengamos desbloqueados y de cuantos espacios ocupen las habilidades que queremos asignar. La verdad es que esto parece bastante complicado, pero lo cierto es que es más complicado de explicar que de utilizar. Dentro del juego resulta muy cómodo adaptarse y aprender a combinar las habilidades con los trabajos. Es importante planearnos una buena combinación, tanto de trabajos como de equipo, para poder tener éxito en los combates a lo largo del juego, que por cierto cuenta con varios combates que no son tan fáciles que digamos. Y que dicho sea de paso son combates que usan el tradicional sistema de turnos, pero con alguna que otra novedad muy interesante.
Un renovado sistema de combate
Dentro de las novedades al ya conocido sistema de turnos nos topamos con la posibilidad de cambiar la velocidad de los turnos para que todo se sienta más fluido y acelerar los combates; que bien sabemos que en un JRPG por turnos se pueden poner un poco tediosos sobre todo cuando tenemos que farmear. Por otra parte, nos topamos con la opción de cambiar la frecuencia con la que nos aparecen enemigos. Esto se vuelve muy útil tanto cuando tenemos que subir un par de niveles, como cuando tenemos que volver al pueblo más cercano a comprar objetos o a descansar a la posada para reponer fuerzas. Sin embargo, la novedad más significativa es la misma que da nombre al juego, Brave y Default. Brave nos permite adelantar turnos hasta un máximo de cuatro y en un solo turno realizar hasta cuatro acciones; pero después no podremos hacer nada hasta reponer los turnos que hayamos adelantado, a menos que tengamos turnos guardados y los gastemos. Para guardar esos turnos es que está la opción Default, la cual pone a nuestro personaje en modo de defensa y le permite acumular un turno, o más, para usarlo, con la opción Brave, más adelante. En los combates contra los enemigos habituales, resulta de mucha ayuda ya que usando el Brave, para golpear cuatro veces con cada personaje, podemos terminar el combate en un solo turno y esto nos dará una bonificación en la experiencia obtenida y en los puntos de trabajo obtenidos. En los combates más complejos, por ejemplo contra los jefes, la combinación entre Brave y Default toma un papel estratégico fundamental.
Un nuevo mundo por recorrer
El mundo donde se desarrolla nuestra aventura se siente, por momentos, un tanto simple; aunque, eso sí, cuenta con lugares que resulta muy agradable visitar y cuenta con un bonito apartado artístico. Las mazmorras son lo suficientemente variadas entre sí y cuentan con una considerable variedad de enemigos, además guardan por ahí objetos y algún que otro secreto que solo podremos descubrir al explorar. Las mazmorras no son especialmente largas pero representan un reto significativo y habrá que gestionar bien cosas como la magia y los objetos, por fortuna, y por comodidad también, justo antes de terminar la mazmorra, y enfrentar al jefe de turno, siempre encontraremos un personaje que nos ofrecerá la opción de guardar la partida. Por cierto tanto a estos personajes que encontramos para guardar la partida, como los amigos que agreguemos al juego podremos llamarlos mediante una invocación para que nos ayuden durante los combates.
La música como compañera de viaje
Si hay algo que ha siempre caracterizado al género es la música, siempre magistral, de los grandes exponentes del mismo. En esta ocasión la banda sonora es una especie de homenaje a los grandes clásicos del género y logra estar a la altura. Acompaña muy bien durante todo el viaje y en cada una de las situaciones que enfrentamos. En ese momento lleno de épica, ahí está la música idónea para la situación. Lo mismo pasa con los momentos más tranquilos e incluso con los momentos tristes. La música de ambiente de los escenarios y de los combates, que es la que más veces escuchamos, encaja perfectamente con lo que el juego pretende.
Conclusiones
Bravely Default es un muy buen juego, pero una vez terminado queda la sensación de que la historia se estiró más de la cuenta para prologar la duración. Esto a la vez, da una sensación de que se vuelve repetitivo, sobre todo en una parte concreta donde hay que hacer varias veces lo mismo. El juego va hacia arriba desde el inicio, se pone cada vez mejor y mejor, pero llega a su punto más alto y a partir de ahí empieza a bajar para luego volver a subir cerca del final. A pesar de los pequeños problemas que tiene es una obra que revitaliza el género y le demuestra a Square Enix que el JRPG por turnos sigue teniendo mercado, sigue teniendo público y, sobretodo, que aún es relevante para la industria. Gracias a la aceptación, y a la calidad, de Bravely Default quizás la compañía japonesa se decida a apostar más fuerte por los juegos de rol japonés de la vieja escuela. Si eres fan del género y creciste con los grandes clásicos, pues este juego te recordará a esas obras y a la vez tiene mucha calidad, y novedades, que ofrecer. Por otro lado, si el rol japonés es algo que no te ha gustado nunca, pues este juego no es para ti, hace el máximo esfuerzo para conquistar a los amantes del género, pero no se esfuerza lo suficiente para atraer a aquellos que nunca han simpatizado con el rol japonés tradicional.