[Review] Diablo IV: Vessel of Hatred

Uno de los títulos que más movieron el piso el año pasado, sin dudas fue Diablo IV. No solo por lo esperaba que era esta secuela de Blizzard, sino también porque dicha espera valió la pena, dando un RPG de gran categoría tanto a nivel visual como jugable. Sin embargo había algo que faltaba, como una carta de presentación de Blizzard ante cada uno de sus títulos: una expansión. No solo para ampliar la historia que tenía algunos temas inconclusos, sino también para ampliar la jugabilidad retroalimentando de lo que los jugadores han ido cosechando durante más de un año.

Finalmente, se anunció que Vessel of Hatred sería el primer conejillo de india en esta gran aventura de expansiones. Protagonizado por Neyrelle, la historia comienza prácticamente de forma inmediata a que finalizó la campaña principal del juego base, relatando los hechos de cómo la jóven se dirige a tierras ocultas bajo la jungla para finalizar con la existencia de Mephisto, a quien tiene atrapado en un cristal mágico. Todo resultaba bien, hasta que de repente ya no resulta tan bien, y el mal que desprende la piedra comienza a propagarse por todo Santuario, acechando a los pueblos ya conocidos anteriormente.

El primer punto a favor de esta expansión es algo obvio, pero que seguiré agradeciendo en la medida que continue viendolo: no tendremos que jugar la campaña base. Si bien les recomiendo completamente hacerlo, para disfrutar de la nueva historia a contar por Blizzard, el zambullido puede ser desde el minuto uno en el menú de creación de personaje. Seguramente si lo hacemos, tendremos que mirar el resumen de la campaña principal para mínimamente tener algo de contexto de quienes son los personajes de esta historia y por qué es tan importante el objetivo de Neyrelle.

En Vessel of Hatred, entre otras cosas, se incorpora una nueva clase al repertorio: el Espiritualista o Spiritborn. Podremos elegirlo desde el comienzo, y recomiendo plenamente hacerlo ya que al ser nuevo, está un poco “roto” como siempre (tiene más poder del que debería hasta que sea balanceado). Su esencia está en la naturaleza, y está asociado al desarrollo de la trama en esta expansión, dado que por eso uno de los personajes secundarios con quien más tendremos interacciones (y también una tribu) es de esta clase.

La fortaleza del Espiritualista nace de cuatro espíritus animales protectores o guardianes espirituales: Gorila, Jaguar, Ciempiés y Águila. Cada uno de ellos estará relacionado a un tipo de daño, y realmente es muy versátil contar con todo este repertorio. Por ejemplo, en una batalla donde los enemigos son débiles al fuego, reacomodar todas nuestras habilidades para que sean de Jaguar, nos va a servir con seguridad para salir victoriosos sin transpirar. En cambio, el Ciempiés se asocia al daño de veneno, el Águila al daño eléctrico y el Gorila al físico (medio obvio ¿no?). La afinidad que cada clase obtiene al realizar la misión especial pasado el nivel 15, aquí también la tendrá el Espiritualista, pero le dará como ventaja obtener una pasiva relacionada a alguno de los 4 espíritus. Al superar más niveles, podremos tener una segunda habilidad activa constantemente.

Toda la trama se desarrolla principalmente en Nahantu, la nueva región. Verde, pantanosa y llena de vegetación, se diferencia mucho de cualquiera de las otras ya existentes. Por supuesto, tendremos un coleccionable similar a las estatuas de Lilith dando vueltas por el mapa, pero en este caso será exclusivo de la nueva región.

Adicionalmente, habrá nuevas mecánicas sobre el equipamiento, muy interesante para combinar. Se introducen las Palabras Rúnicas, una suerte de gemas que requieren de ser siempre combinadas en pares (deberemos tener dos engarces en la parte del equipo), y que actúan como un condicional: si pasa ESTO, sucede ESTO OTRO. La runa superior define el “activador” y la inferior el resultado. Por ejemplo, si se realiza un esquive o se toma una poción, ENTONCES se activa un cierto ataque, o se incrementa la posibilidad de golpe crítico, etc. Las combinaciones pueden ser muchas, y jugar con esto nos da la posibilidad de brindarle habilidad o acciones a una clase, armamento o personaje que de otra forma no hubiera podido suceder.

Otra de las incorporaciones que más alegría me dió fueron los Mercenarios, unos luchadores no controlados por nosotros, pero que nos quitan esa soledad de jugar en solitario. El primero será desbloqueado automáticamente al avanzar muy poco en la expansión, junto con la guarida secreta, donde podremos comerciar con ellos. Esta guarida estará vacía, hasta tanto no realicemos diferentes Gestas (o misiones) secundarias para ir reclutando a cada uno de los miembros de esta congregación de forajidos. Desde un niño demonio hasta un delincuente, exploraremos unas mini historias con cada uno de ellos, que culminarán con la propuesta de unirse al grupo de mercenarios.

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La utilización de estos mercenarios viene con un paquete de habilidades que también pueden ser accionadas con un acción-consecuencia. Cada uno de los reclutados tendrá su pequeño árbol de habilidades e irá ganando experiencia para desbloquearlo en la medida que nos acompañe constantemente en la pelea, o como recluta. La diferencia con esto último es que el mercenario solo aparecerá cuando se ejecute un ataque en particular, y no estará todo tiempo caminando y atacando a los enemigos con nuestro personaje.

Así mismo, la guarida servirá como lugar de refugio, teletransporte y comercio. Actuará como una ciudadela, pero poco habitada. Y oculta.

Si continuamos hablando de material agregado en esta expansión, no podemos dejar de lado las actividades endgame. Por un lado está el dungeon en Kurast, donde debemos luchar contra enemigos con un límite de tiempo, y llenar una especie de “medidor” que nos abre las puertas a la pelea contra el jefe. Esta actividad es muy útil para obtener recompensas exclusivas, pero principalmente para la experiencia. Por otro lado, tendremos la Ciudadela Oscura, quizás la más interesante de las dos actividades, donde nos uniremos a otros dos jugadores para batallar en una raid que incluirá puzzles a resolver en grupo, como por ejemplo, activar un mecanismo para poder dañar a los enemigos.

Sin lugar a dudas esta expansión brindó todo lo que prometía, en la dosis justa y necesaria para atraer a un jugador de muchas horas en el juego base, para que vuelva a las riendas. Con la misma delicadeza visual que tuvo desde el inicio, con propuestas nuevas para los jugadores, escuchando lo que la comunidad pide y sentando las bases para lo que podrían ser más expansiones futuras, Blizzard nos trae con Vessel of Hatred un excelente entretenimiento.