Plataforma: PC | Nintendo Switch | Xbox Series | PS5 |
Género: Aventura – Acción |
Desarrollador: All Possible Futures |
Editor: Devolver Digital |
Fecha de lanzamiento: 17 de Septiembre de 2024 |
Precio: PC US$ 14.99 | PS US$ 29.99 | Nintendo US$ 29.99 |
Idioma: Audio y texto en español |
En un mercado saturado de títulos repetitivos y, muchos de ellos, enfocados en la monetización, The Plucky Squire llegó como un recordatorio de lo que hace especial a un videojuego. Desarrollado por All Possible Futures, y publicado por Devolver Digital, este simpático juego que desde el primer minuto me asombró, combina un arte hermoso con una jugabilidad que fusiona los dos mundos 2D y 3D, logrando una experiencia única, así no sea la mejor de todas.
Para darnos un poco de contexto, la historia comienza en Moyo, un reino ficticio donde Jota, el llamado “Escudero Valiente”, se enfrenta al malvado hechicero Gruñonzón. Dentro de la narración a la que el videojuego nos sumerge, Jota no es solo un héroe, sino también el autor de sus propias aventuras, plasmadas en libros que han cautivado a generaciones de lectores. Entre esos seguidores está Sam, un niño que sueña con escribir su propia serie de novelas al crecer, inspirado por las hazañas de Jota.
El título continuamente será relatado por una voz en off, y será jugado, como si nuestros límites fueran los bordes del libro. En ocasiones, en horizontal, y en otras apaisado. La idea de estar abstraídos dentro de las hojas, le da una pequeña magia a la jugabilidad, en la cual nos deberemos acostumbrar a que la pantalla será siempre más grande del entorno jugable.
Muy poco después de iniciar la aventura, el juego comienza a mostrar su verdadera cara. Gruñonzón descubre que tanto él como los demás personajes son parte de una historia predestinada, lo que lo impulsa a alterar el curso de los eventos. Cuando Jota intenta detenerlo, es expulsado del libro gracias a la magia de su enemigo, revelando un mundo exterior mucho más grande. Este es el momento donde, luego de una pequeña aventura en el escritorio de Sam, adquirimos los Guanteletes Pasapáginas, un objeto que permite navegar entre el libro y la realidad, así como pasar las hojas del libro.
Como era de esperarse en cualquier producto con el sello Devolver Digital, la pizca de ironía y humor no podía faltar. Sin ir más lejos, ni bien comienza la historia conocemos al hechicero Barbaluna (un pseudo-Merlín) que es nuestro mentor y también DJ. Estas pizcas de situaciones bizarras o referencias a la cultura pop, son constantes en el desarrollo dentro del libro.
Uno de los aspectos más fascinantes de The Plucky Squire es la forma en que sus personajes lidian con la revelación de que su mundo es parte de una historia ficticia. La sorpresa es momentánea, y luego cada uno de los momentos en que Jota pasa al plano real, se vuelve una conversación graciosa en que sus amigos irónicamente mencionan qué hicieron todo ese tiempo esperando que vuelva, parados en el mismo sitio del libro junto al portal que nos saca.
Además, el diseño de cada zona dentro del juego está repleto de detalles creativos. Un ejemplo es Artia, una ciudad inspirada en los grandes artistas de la historia, donde las casas están hechas de pinceles y lienzos, y los NPCs son guiños a figuras como Salvador Dalí y Frida Kahlo. Por otro lado, el Monte Trarrg destaca por su tributo al rock y al metal, con trolls que habitan en un entorno en el que incluso los árboles tienen forma de manos haciendo el icónico gesto del rock.
La jugabilidad en The Plucky Squire recuerda a los clásicos de aventuras como The Legend of Zelda, con una vista desde arriba en el mundo 2D. Pero el problema está en que todo lo que este título hace bien, no lo hace “lo suficientemente bien”.
Por ejemplo, los combates son muy sencillos pero efectivos para el nivel de complejidad que puede tener este título. Tendremos un ataque con nuestra espada, un lanzamiento, ataque cargado y con salto, y listo. La gracia no está en sus combates normales, sino en la variedad de mecánicas de combate que plantearon la gente de All Possible Futures para los jefes. Estos introducen minijuegos que añaden variedad, desde peleas al estilo Punch Out!! hasta secciones rítmicas y de combate por turnos.
Los acertijos del juego también son bastante sencillos, y no tan originales (si pensamos en Scribblenauts). Muchas veces, para resolverlos, deberemos agarrar palabras de una frase escrita en el “libro” (piso), y reordenarlas en otras. Por ejemplo, si encontramos una frase que menciona sobre un “puente roto”, deberemos hallar un adjetivo diferente que produzca que se regenere dicho puente (como por ejemplo, “grande”). En varias ocasiones, para cambiar palabras, deberemos trasladarlas entre el mundo real y epistolar.
Otro aspecto que se podría haber mejorado es la exploración dentro de Moyo, ya que el juego sigue una estructura bastante lineal, en la que es fácil avanzar sin muchos desvíos. El mundo está lleno de coleccionables, pero son pergaminos de arte, que ofrecen un vistazo detrás de las escenas del desarrollo del juego, con bocetos y comentarios de los creadores. También hay otro coleccionable más escaso, pero que tampoco representa un cambio drástico a la jugabilidad.
The Plucky Squire quiere destacar por su capacidad de sorprender en cada momento, manteniendo un ritmo que nunca se vuelve repetitivo, pero termina fallando al final, donde cada batalla es una copia de las anteriores. Ya sea en el mundo bidimensional dentro del libro o explorando la habitación de Sam en 3D, el juego logra ofrecer una experiencia memorable.
A pesar de su corta duración y su relativa facilidad, el juego compensa con su encanto, creatividad y una narrativa que, aunque simple, toca el corazón. Es un título que invita a redescubrir la belleza de los videojuegos y todo lo que pueden ofrecer cuando se crean con pasión y cuidado, pero todo lo que parecía sorprender con la jugabilidad, no está tan elaborada como hubiéramos creído.
The Plucky Squire es un muy lindo título dentro del mundo independiente, capaz de competir con grandes nombres, pero no va a quedar en el recuerdo de los jugadores pasados unos meses.