Plataforma: PS5 | PS4 | Xbox Series | Xbox One | PC |
Género: Acción | Shooter |
Desarrollador: Bungie |
Editor: Bungie |
Fecha de lanzamiento: 28 de Febrero de 2023 |
Precio: U$S 49,99 PS5/PS4 | $ 2.499,00 Xbox Series/Xbox One | U$S 22,50 Epic Games Store | $2.499,00 STEAM |
Idioma: Voces y subtítulos en Inglés y Español |
A esta altura ya todos conocemos a Bungie y Destiny, su niño mimado cuya primera entrega salió en el año 2014 y luego recibiendo su secuela en 2017, la cual a día de hoy posee una gran cantidad de seguidores y fanáticos. Así, Destiny 2 ya tiene 6 años sobre sus espaldas y 5 expansiones, contando Destiny 2: Lightfall, mientras esperamos el cierre de esta historia de “Luz contra Oscuridad” que la compañía nos viene contando desde que el juego salió a la luz.
Destiny 2: Lightfall es la penúltima entrega de esta historia que Bungie nos viene contando hace 9 años y que acabará el año que viene con The Final Shape, y cuyo anterior expansión, The Witch Queen, dejó un listón altísimo de superar. Luego de varias horas de juego, y preparándote para lo que vas a leer a continuación, podemos decirte que Lightfall no sigue los pasos de su antecesor y deja un sabor de boca bastante particular.
Pero primero vamos a lo que es la historia. Lightfall comienza luego de los sucesos de The Witch Queen, con The Witness finalmente haciendo su movimiento. La cinemática de apertura de Lightfall es espectacular, con una batalla espacial al mejor estilo de Star Wars estallando alrededor del Viajero cuando la Flota Negra se acerca, y nos unimos a nuestros aliados en un intento desesperado por hacer retroceder a las fuerzas de la oscuridad y proteger al Viajero, nuestro salvador, a toda costa.
The Witness envía a su nuevo discípulo, Calus, uno de nuestros enemigos más antiguos, para recuperar un objeto misterioso de Neptuno, y tendremos que llegar primero si queremos cuidar al Viajero. Uno esperaría que luego de una historia de 9 años (6 si contamos únicamente los sucesos de Destiny 2) la historia estaría en un punto de ebullición perfecto para que The Final Shape termine de contarnos una historia convincente y a la altura de lo que significa la franquicia Destiny, pero la realidad es que Lightfall no aprendió nada de lo que nos dejó The Witch Queen y deja más preguntas que respuestas. The Witness está acá, pero en realidad no sabemos por qué. Quiere el Velo, pero no sabemos qué es. Contraatacamos con Strand, pero tampoco sabemos qué es eso. Lightfall pasa casi la totalidad de su campaña de ocho misiones diciéndonos cuán importantes son Strand y el Velo sin decirnos qué hacen ninguno de ellos.
El gameplay es de lo mejor que podemos tener, con una nuevo poder “Strand”, unas cuerdas místicas que interconectan todo, una especie de subproducto del Velo. Lo que más me gusto fue la posibilidad de utilizar un especie de gancho mágico que nos permitirá movernos por el aire y adherirlo a compañeros, naves, a la nada misma o incluso a enemigos, y lo mejor es que estará disponible para todas las clases. Lamentablemente, este poder recién estará disponible en su totalidad cuando finalicemos la campaña de Lightfall, ya que durante ella iremos obteniendo retasos de este poder para misiones específicas. La movilidad y el control que ofrece Strand lo hacen sentir tan diferente de las otras subclases y encajar en un nicho de una manera que Stasis nunca logró. Además, cada clase tendrá sus poderes especiales con esta nueva adición, logrando así que cada jugador pueda diferenciarse aún más del resto con las nuevas opciones de personalización de cada Build.
Las habilidades de la subclase son increíblemente divertidas de usar para las tres clases, ya que los Titanes tienen acceso al Berserker, que transforma sus guanteletes en pinzas con forma de cangrejo, lo que les permite atacar a sus enemigos a gran velocidad. Mientras tanto, los Cazadores obtienen acceso al Threadrunner, haciendo brillar su versatilidad mientras llevan la lanza en forma de cadena, dañando a los enemigos en todos los rangos. Y, por último, los Hechiceros obtienen acceso al Broodweaver, lo que les permite lanzar diferentes proyectiles de hebras volátiles a sus enemigos, así como invocar criaturas hechas del elemento para ayudarlos durante el combate.
Destiny 2: Lightfall también presenta un puñado de cambios en la calidad de vida, uno de los cuales es el nuevo sistema de carga que es extremadamente útil para este juego, ya que esencialmente te permite administrar todas tus construcciones en un solo lugar para tu clase. Puedes desbloquear más ranuras de carga a medida que avanzas en el juego.
Lightfall nos presentará a nuevos personajes, los Cloud Striders, habitantes de Neomuna que no logran que te interese saber más de lo absolutamente necesario sobre ellos. Sus nuevos personajes no aportan mucho, y el alivio cómico se siente impuesto a la fuerza, algo que desde Bungie, a partir de la muerte de Cayde, no pudieron solucionar. Mismo la ciudad, aunque es vistosa, se siente vacía (por no decir muerta). Aunque se entiende que es por motivos argumentales que conocerán los que lo jueguen, lo cierto es que se podría haber hecho más para que sea interesante recorrerla.
Gráficamente es un deleite, y se ve mejor que algunos juegos lanzados para consolas de nueva generación únicamente. El estilo ochentoso y lleno de luces de neón le da un toque distinto a lo que esperamos de un juego de este estilo, pero personalmente me gustó. Lo probamos en PlayStation 5 y los tiempos de carga son prácticamente nulos, además de destacar que el diseño de personajes y el entorno se encuentran muy detallados y bien elaborados.
Si bien es cierto que la historia de Destiny se va forjando a medida que las temporadas avanzan y no con el lanzamiento de cada expansión, lo cierto es que las mismas son una gran oportunidad para brindar a los jugadores una cucharada importante de la misma, o por lo menos cimentar bien las bases de lo que está por venir, algo que no sucede en Lightfall. Era una oportunidad para continuar el camino que dejó The Witch Queen, y se siente totalmente desaprovechado.
Como conclusión, aunque tiene buenas intenciones, Lightfall se queda a mitad de camino, dando la sensación que lo visto en The Witch Queen fue algo similar a un golpe de suerte. Hay menos armas nuevas para fabricar, y todas las armas son nuevas skins de las antiguas. Hay menos actividades semanales en Neomuna que en el Mundo del Trono de Savathun, y la incursión no desbloqueó nada nuevo que hacer. La historia deja muchas más dudas que certezas, y todo se siente hecho a la fuerza, como muchas piezas de rompecabezas que no encastran. Falta mucho para que The Final Shape llegue para dar cierre a esta historia de 10 años, pero esperemos que nos deje un mejor sabor de boca que lo visto en Lightfall. La franquicia se lo merece.